La innovación científica y tecnológica está presente a lo largo de la historia de la humanidad y gracias a ella contamos con mejores niveles de vida y comodidades. Pero este avance también significa un impacto igualmente inmenso sobre los recursos naturales y la contaminación que producimos con nuestras actividades diarias.
Un aspecto preocupante es que hasta el momento no existe una solución que nos permita deshacernos del 100% de los residuos y así poder reducir el impacto en el planeta. La ley de Moore, por ejemplo, muestra cómo hemos utilizado cada vez menos espacio para crear dispositivos complejos como computadoras, especialmente durante los últimos 50 años; equipos que, por cierto, están a punto de caducar.
Lo anterior demuestra que es urgente contar con nuevos métodos para solucionar la escasez de recursos, el reciclaje de materias primas y la aplicación de tecnología. Los desechos electrónicos contienen elementos que son potencialmente peligrosos como cadmio, plomo, mercurio, bromo, germanio, solo por nombrar algunos.
Los datos del programa ambiental de la ONU muestran que aproximadamente 54 millones de toneladas de desechos electrónicos se produjeron en 2020 y se prevé que sean de 74 millones de toneladas para 2030, lo que la convierte en la corriente de desechos de más rápido crecimiento en el mundo.
Los residuos tecnológicos son una fuente de contaminantes extremadamente peligrosa si no se abordan mediante una buena gestión de residuos. Uno de los principales problemas que presenta es la migración de metales pesados a los acuíferos y al subsuelo, que provocan daños en el cerebro, los sistemas nervioso y circulatorio. Para ponerlo en perspectiva, una sola batería de níquel-cadmio, utilizada en un teléfono celular, puede contaminar hasta 50.000 litros de agua potable.
Pero los residuos tecnológicos también representan una fuente de recursos y empleo que no se han utilizado debido a la complejidad de sus procesos de recuperación. Estudios de la Unión Europea y Holanda estiman una recuperación de 55 millones de euros anuales con este trabajo. Los residuos bien eliminados son una fuente incalculable de riqueza.
México es el tercer productor de residuos tecnológicos en América y no cuenta con una regulación adecuada para su disposición final. Existe una gran oportunidad para incentivar la industria del reciclaje y crear un ciclo de reutilización y reutilización de tecnología de tal manera que se preserve un equilibrio natural entre la explotación de recursos como las tierras raras y su obtención mediante técnicas de extracción cuando expira la vida del dispositivo. .
Los mecanismos de educación y gestión de residuos son fundamentales en el ciclo de vida de una civilización tecnológica; La humanidad debe aprender a disponer de estas partes de manera responsable, así como ejerció su derecho a hacer uso de estos dispositivos y las comodidades que le han permitido disfrutar.
El ritmo excesivo de crecimiento tecnológico genera más desperdicio.
La obsolescencia percibida, la obsolescencia programada, la proyección social, la hipertecnologización, la gestión de residuos y el reciclaje son conceptos que debemos conocer y adoptar para afrontar los problemas presentes y futuros.
Sinuhé Ruiz Salgado
Estudiante de doctorado en Ciencias de los Materiales en la UAEH