Escasez de alimentos asfixia a los cubanos; la peor crisis desde 1990 / Tendencias de México

MÉXICO.

“Los cubanos siempre han sido ingeniosos”, dice Ana, propietaria de un restaurante privado de jardín a mesa cerca de La Habana. “Pero ahora tenemos que ser magos y acróbatas”. La isla comunista enfrenta su peor escasez de alimentos desde 1990.

Encontrar ingredientes nunca ha sido fácil en un lugar que importa alrededor del 70% de su comida. Eso es casi imposible. Cuando las tiendas de comestibles están vacías, Ana busca en línea o en el mercado negro y encuentra precios muy altos. Dice que los agricultores ya no quieren venderle productos, ya que ellos mismos los necesitan para alimentarse.

El gobierno atribuye la escasez de alimentos principalmente a las sanciones impuestas por Estados Unidos, sanciones que la Asamblea General de la ONU condenó el 24 de junio, como lo ha hecho casi todos los años desde 1992. Pero desde 2001, las sanciones eximen la comida. De hecho, Estados Unidos es el mayor exportador de productos alimenticios a Cuba, aunque el año pasado estas importaciones estuvieron en su nivel más bajo desde 2002.

Algunos factores externos han afectado el suministro de alimentos. El aumento de los precios mundiales de los alimentos, que hasta mayo de este año aumentaron un 40%.

Pero el principal problema es la falta de divisas del gobierno.

El turismo, que normalmente supone el 10% del PIB, ha sufrido un retraso debido a la pandemia: mientras que 4,2 millones de personas visitaron la isla en 2019, algo más de un millón lo hicieron el año pasado, casi todos en los primeros tres meses del ano. . Las remesas también se han visto afectadas. Antes del coronavirus, las aerolíneas comerciales ofrecían hasta diez vuelos diarios entre Miami y La Habana, todos llenos de gente con efectivo, pero ahora solo un puñado de vuelos van a La Habana cada semana.

Además, la cosecha de azúcar de este año, una de las principales exportaciones de Cuba, fue la peor en más de un siglo.

Los cubanos ya no pueden comprar dólares en las oficinas de cambio controladas por el estado en el aeropuerto.

Las panaderías estatales están reemplazando una quinta parte de la harina de trigo importada que utilizan en el pan con sustitutos hechos de maíz, calabaza o mandioca cultivados de forma endógena. Las ventas de galletas se limitaron en algunas ciudades para reducir aún más las importaciones de harina.

Desde febrero, en un intento desesperado por recaudar divisas, el gobierno ha pedido a los extranjeros que paguen en dólares su estadía obligatoria de siete días en un hotel estatal en cuarentena. Para obtener más ingresos de su diáspora, el estado también opera sitios de comercio electrónico a través de los cuales los cubanos en el exterior pueden pagar en dólares o euros la comida y los obsequios entregados a los isleños.

La acción del gobierno empeoró las cosas. El 10 de junio, el Banco Central de Cuba anunció que a partir del 21 de junio los cubanos ya no podrán depositar dólares en sus cuentas bancarias por tiempo indefinido. Emilio Morales, director de Havana Consulting Group en Miami, cree que fue una forma de asustar a la gente para que presente más solicitudes antes de la fecha límite.

Ricardo Cabrisas, el viceprimer ministro, estuvo recientemente en París para negociar una nueva extensión de préstamos de casi $ 3.5 mil millones adeudados a gobiernos extranjeros, ya que la isla ha estado en mora desde 2019.

Las empresas que producen alimentos en Cuba solo ganan pesos, que tienen poco valor internacional, pero tienen que comprar casi todos sus insumos en el exterior en moneda extranjera. El gobierno obliga a los agricultores a vender su cosecha al estado a precios no competitivos e impone regulaciones draconianas sobre el manejo del ganado.

Los cubanos no son ajenos a tiempos difíciles. Eliécer Jiménez Almeida, cineasta cubano afincado en Miami, era un niño durante el “período especial” de privación tras la caída de la Unión Soviética y recuerda cómo su abuela vendió sus joyas de oro a cambio de jabón, para que él y sus hermanos bañarse. Para él y para muchos cubanos, la pregunta no es cuánta humillación puede soportar su pueblo, sino por cuánto tiempo.

El descontento era un poco menos probable cuando Fidel Castro estaba en el poder. Castro tenía un carisma y una mística que ni su hermano y sucesor, Raúl, ni el actual presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, pueden reproducir. Además, la diáspora cubana es más grande y rica, e Internet ha demostrado a los cubanos que muchas de sus dificultades económicas son creadas por sus líderes, no por Estados Unidos.

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