Gente que no conozco; selección de poemas inéditos Tendencias de Cultura

La siguiente selección de poemas inéditos explora la familiaridad con lo extraterrestre, así como los reencuentros con personas y lugares que se trasladan gradualmente al reino de lo extraño. Asimismo, esta indagación señala la impotencia ante los cambios que ejerce el tiempo en los vínculos humanos.

RODOLFO

Miro a los ojos de los muertos

al padre de mi padre

quien trata de mantenerse a si mismo

en blanco y negro

con las manos en los bolsillos del pantalón.

Imposible descifrar si su gesto

es quien tiene miedo

o el sol lo golpea directamente en la cara.

La luz y la alegría en exceso me incomodan,

Prefiero retratos de personas

que ofrecen su más honesta desconfianza

segundos antes que alguien

presione el obturador.

CITA. Jules Carp, Rumores. Acrílico sobre lienzo, 2020. Cortesía: Jules Carp.

HABLASTE DE TIJUANA

La alegría defolió nuestras bocas

caminando por calles que son nuevas para ti

y viajé tantas veces de la mano de otros.

Quería que la acera fuera muy larga

y sigue contando historias

de gente que no conozco:

varios de ellos en una ciudad a la que nunca iré

a pesar de nuestros planes.

En el camino que deseaba

cuerpos que nunca he visto,

sonaban cálidos y húmedos

en tus palabras.

Un día volverás a esas calles

mostrando los dientes:

pétalos puntiagudos en tu sonrisa.

¿Llevarás a alguien más a casa?

hablándole de mí

de haber olvidado por qué nos esforzamos

caminar de regreso fuera del bar.

Nombrarme te causará un pequeño beso

a la mitad del pecho,

una espina en el momento

de tu primer abrazo.

NÚMERO NO RECONOCIDO

Su voz se abrió al otro lado de la línea.

igual a una bolsa de papel

donde se almacena más de lo que se necesita cargar.

Había ordenado las compras, pero el timbre no funcionaba.

Al llegar tenían que marcarlo o llamar a la puerta.

También necesitaba otra caja de puros

y un par de manzanas ni grandes ni pequeñas:

a esa edad uno tiene derecho a exigir

deja que todo se amolde a tus manos.

Al escucharlo temí por el futuro de mis dedos

arañas que en su vejez bailarán locamente

anticipando la muerte por teléfono.

Me harán llamar a extraños por error

interrumpirlos cualquier domingo

para leerles la lista de la compra.

LA TIENDA DE ANIMALES

La bolsa que llevaba al hombro le impedía verme.

Yo había ido a comprar comida

para un perro que se lleva al parque

donde solíamos sentarnos

fumar cerca de los hombres

domesticado por labradores

y niños con cabello brillante.

Dudo que el que salga de la tienda

sigue siendo el mismo que me cargó

cuando tropecé

de regreso a su apartamento.

Creímos en la naturaleza

de accidentes:

celebrar los lunes,

cruzar calles en la oscuridad

guiado por el instinto

volver a la cama

para recibirnos

como sus crías de noche.

Pesa sabiendo

que unos kilos de croquetas

han reemplazado

nuestra vieja vocación

para enfrentar las torceduras

y el resto de la vida

ligeramente.

RUTA TETRA PAK

La abuela insiste en plantarme un melocotón

que todo el mundo quiere morder,

perpetuar el sabor del almíbar

heredado por generaciones.

Mis primos ofrecen cestas

a punto de romper en año nuevo,

de ahí sacan peras y granadas

que todo el mundo maneja

por costumbre familiar,

adivinar a través del tacto

el color de la tierra y las semillas.

En tiempos de cosecha

Visito el supermercado,

Lleno el carro con latas

y juntas de aluminio.

Nadie conocerá mis frutos

en casa no tengo espacio para un jardín,

los libros y la ropa apenas le quedan,

el refrigerador que almacena el jugo

listo para beber fuera de la caja.

CUCHARILLA GLORIETA

Tengo talento para llorar

En lugares públicos,

romper al borde de las fuentes

donde el agua y yo

nos entendemos el uno al otro.

Niños en triciclo

pedalean alrededor,

girar las manos

a cargo de la brújula

de tristeza.

A veces se detienen

con asombro

de quien ha visto un roedor

bajando de los árboles.

Si los padres se dan cuenta

van al rescate de sus hijos,

ellos hablan en sus oidos

mientras me señalan,

como si la infelicidad

poner en peligro

el verdadero ritmo

de los parques.

Por Sabina Orozco

CAMARADA

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