2024 – El Financiero Tendencias de Economía

Como tantas cosas que hace de otra manera, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha ratificado públicamente que Claudia Sheinbaum es su candidata a sucederlo en 2024, y el jefe de gobierno actuó en consecuencia, rindiéndose por completo a la agenda de confrontación del presidente, actuando como apéndice de López. Obrador. Sacrificó los márgenes de autonomía que estableció en la primera parte del sexenio, les permitió cambiar su vestuario, ajustó su equipo y está armando grupos para que empiecen a cobrar gastos de campaña. Con la decisión de López Obrador, la pregunta es cuándo dejarán Morena los otros dos candidatos a la candidatura presidencial, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.

El secretario de Relaciones Exteriores, que abrió sus aspiraciones hace tres meses, tiene claro dos cosas. La primera, que no va a ceder a las presiones de López Obrador y respaldar a Sheinbaum. El segundo, que no tiene espacio para crecer en Morena. Para Ebrard, por cuestiones de edad, ahora o nunca.

Para el 2024 tendrá 65 años, y 71 en 2030, si volviera a encogerse ante López Obrador. Sus familiares señalan que Ebrard ha dejado claro que esta sucesión será la última en la que compita. En 2012 tuvo que ceder a pesar de que en las encuestas internas para decidir la candidatura entre él y López Obrador, al evaluar quién de los dos tendría más posibilidades de ganar, se adelantó al Tabasco. Rechazó y aceptó una pregunta de la encuesta realizada a mano para López Obrador, para que la candidatura quedara formalmente en él.

No había otra forma, le dijo su eterno mentor, Manuel Camacho, quien también conocía perfectamente a López Obrador. El Tabasco, en uno de sus habituales arrebatos, había amenazado con que, si no era candidato del PRD, rompería con el partido y se lanzaría de forma independiente. Camacho persuadió a Ebrard para que lo dejara pasar, pensando en una futura sucesión, y dijo que, si lo enfrentaba, habría una ruptura por la izquierda donde ninguno de los dos ganaría y la posibilidad de llegar a la presidencia se le escaparía a la izquierda.

Eso no se va a repetir. Ebrard no es una persona de confianza para el Presidente –lo que no quiere decir que no sea muy funcional–, y menos aún para el sector duro de su entorno, que lo considera un traidor por haberlo resistido en el proceso de 2012. Varios de los atentados en su contra en la Línea 12 del Metro, dicen cerca de la Canciller, salieron del Palacio Nacional. El propio presidente, con esa contundente semiótica, le pidió que acercara a Sheinbaum al nuevo embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar.

Para el canciller, las cosas están más que claras. Su campaña presidencial arrancó en Toluca en un acto privado con un centenar de colaboradores, y lo confirmó una mañana. Con el respaldo -quizás forzado por las circunstancias- de López Obrador, comenzó a montar grupos de trabajo y a tener reuniones con grupos de interés. Entre los más importantes, uno que realizó hace unas semanas con importantes empresarios, que se quedaron con muy buen sabor de boca. Esa ruta, que Sheinbaum aún no puede iniciar para los fines que desea, fue iniciada por Monreal poco antes de la pandemia de coronavirus.

Monreal se acercó a varios grupos empresariales con una idea concreta, según un empresario que participó en las reuniones: Morena va a ganar la Presidencia en 2024, y lo que hay que definir es a quién tirarían en Morena los empresarios. Lo que preguntaba el coordinador de la bancada del partido en el poder en el Senado si querían a alguien radical y disruptivo, o preferían un negociador. Eso es el.

A diferencia de Ebrard, que ha sido extremadamente cuidadoso con el presidente, buscando no enemistarse con él -aunque en la intimidad la relación profesional a veces no es tan fluida por parte de López Obrador-, Monreal ha mostrado mayores rangos de autonomía, en declaraciones y hechos, detrás. el hecho de que es miembro de otro poder, el Legislativo, y que ha cumplido con el Presidente al remover la mayoría de las reformas que quería.

El presidente tiene respeto por el trabajo realizado, pero de ninguna manera confía. Tampoco lo quiere como parte de la camada de colaboradores que está usando como cortinaje de Sheinbaum en la carrera presidencial. En cada una de las ocasiones en que se refirió a los aspirantes morenistas, Monreal fue excluido. Por tanto, el senador ha ido asumiendo cada semana una posición más firme, y más alejada de López Obrador, en una clara senda de quiebra.

El último momento hacia el choque ocurrió esta semana, cuando llamó al partido a realizar elecciones primarias en lugar de una votación para elegir un candidato o candidato, lo que fue rechazado implícitamente por López Obrador, quien dijo que la encuesta es el mejor método para prevenir. que “manos alienígenas” definen el perfil del candidato. Con la experiencia de 2012, “manos ajenas” serían todas, menos las tuyas.

Sheinbaum es el que lleva menos equipaje de los tres, para bien o para mal. Tiene poca profesión política, es intolerante, no tiene equipo y, entre los aspectos subjetivos que no son menos importantes, es muy fría, sin carisma, muy chilanga y atea. Pero tiene otros atributos objetivos relevantes. Siendo la menos política del trío, también tiene la menor cantidad de aspectos negativos. Es cierto que la tragedia de la Línea 12 del Metro la persigue, pero la intención presidencial es enterrar el tema que atraviesa a dos candidatos, ella y Ebrard.

Tampoco tiene un pasado controvertido, como Monreal desde que gobernó Zacatecas, ni relaciones peligrosas con políticos y sindicalistas de dudosa reputación. Pero sobre todo tiene lo más importante que se necesita: el apoyo de López Obrador y la voluntad del Presidente de ponerla en la Presidencia para que sea ella, o él detrás, quien continúe con su llamado proyecto de transformación.

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