Constructor, una profesión apasionante – El Financiero Tendencias de Economía

Cuando se habla de constructor, suele venir a la mente la imagen de un ingeniero civil o un arquitecto. Pero es extraño que hasta el día de hoy, las universidades y las autoridades educativas no expidan un título y su correspondiente licencia profesional, que acredite a una persona como constructora.

En las aulas, podrás recibir los mejores conocimientos y adquirir las técnicas de diseño más avanzadas, conocer las propiedades de los materiales; conocer la estrecha relación entre la resistencia a la compresión del hormigón y la tensión del acero, para crear las estructuras más seguras frente a las amenazas del medio ambiente y las condiciones de uso de un edificio; asimilar el comportamiento complejo de los fluidos para diseñar redes hidráulicas y sanitarias que respondan a la demanda de los usuarios; o entender la magia de la electricidad y así definir en detalle todos los elementos que permitirán disponer de la energía que todo edificio necesita de forma segura y eficiente para brindar calidad de vida a sus habitantes.

Pero construir, esa apasionante actividad que consiste en saber combinar todos los conocimientos y habilidades, presentes en un grupo de personas, sumar las habilidades manuales de trabajadores especializados, integrar los materiales adecuados a cada necesidad, administrar tiempos, controlar costos y muchas otras. Actividades que nos llevan a un resultado exitoso, que se aprende en la calle, en un proceso que no está exento de contratiempos, a veces muy doloroso.

Thomas Alva Edison dijo que la construcción es un 90 por ciento de transpiración y un 10 por ciento de inspiración. De hecho, para convertirse en un buen constructor, hay que sudar mucho.

Hoy la industria de la construcción en México enfrenta importantes desafíos, con un valor de producción en declive desde hace una década, y en picada desde que comenzó la actual administración federal, presupuestos de infraestructura para estados y municipios en diferentes niveles. mínimos históricos; muy pocas y gigantescas obras de infraestructura, en manos de unas pocas empresas ‘amigas’ del régimen o del Ejército Mexicano, y el porcentaje más alto en la historia de contratos de obra pública asignados por adjudicación directa.

Pero los obstáculos no disminuyen nuestra pasión por esta profesión, más bien estimulan nuestro compromiso con ella. La industria mexicana de la construcción debe trazar una hoja de ruta clara y factible, consistente con una visión estratégica de mediano y largo plazo, que conduzca al fortalecimiento de las empresas que la integran. Es ineludible promover una mayor inversión en infraestructura, pero al mismo tiempo caminar en la profesionalización y desarrollo del sector, formando capital humano con un buen equilibrio de conocimientos técnicos pero también administrativos y financieros, para que las empresas aumenten su rentabilidad en un entorno. de reducción de los ingresos totales. Trabajar en los mecanismos de financiamiento oportunos y competitivos disponibles para los constructores es vital. Sería aconsejable un sistema de certificación de competencias que ofrezca certeza a los clientes, pero también oportunidades para quienes mejor se preparen. Los constructores también deben asumir su responsabilidad social y ambiental. El marco normativo y regulatorio debe modernizarse urgentemente.

Frente a los grandes desafíos, opongamos acciones contundentes.

Raúl Asís Monforte González

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