Probablemente haya escuchado que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, es un ‘mago’ de la política.
Ese calificativo tiende a describirlo como alguien que tiene una cualidad inusual para influir en la opinión de los votantes y dictar la agenda nacional.
Pero también se refiere al hecho de que se mantienen sus niveles de aprobación relativamente alto, especialmente en el contexto de la desaprobación generalizada de las políticas gubernamentales.
En la encuesta más reciente de El Financiero, el presidente ha 57 por ciento aprobación, pero, por ejemplo, en la gestión de la economía solo tiene uno 28 por ciento de aprobación; sólo el 23 por ciento en la lucha contra la corrupción y 18 por ciento en seguridad pública. Solo en salud, la aprobación es un poco más alta, con un 36 por ciento.
La ‘magia’ es disociar a la persona de la política.
Es decir, la aprobación presidencial no se deriva de sus resultados sino de quién es.
Algunos dirán que de alguna manera ha bajado de los altísimos niveles de aceptación que tenía al inicio de su mandato y que alcanzó el 83 por ciento de aceptación en febrero de 2019.
Es cierto, pero en términos absolutos, la desconexión entre el rechazo a sus políticas y su aprobación sigue siendo sorprendente.
Luis Espino acaba de publicar un libro en el que aborda, que en mi opinión es parte de la explicación, “López Obrador: el poder del discurso populista”. En su obra, Espino hace un excelente análisis del discurso de AMLO y como se las arregla para construir la narrativa de lo bueno y lo malo; los liberales y los conservadores; simpatizantes y adversarios.
Creo que además de ese indudable poder del habla, hay otro ingrediente: la ‘magia’.
Debe recordarse que los grandes magos o ilusionistas tienen una cualidad: nos distraen con sus pases y movimientos para luego sacar el conejo que …
Te interesó esta Tendencia?
Seguí leyendo leyendo aquí
Esta tendencia comenzó por Enrique Quintana en www.elfinanciero.com.mx el día: 2021-05-23 06:00:00