Fiestas obreras y cívicas Tendencias de Cultura

En la Colonia, los artesanos participaron en fiestas religiosas. Con rigor, en la procesión de Corpus Christi, la más concurrida de la Ciudad de México, donde los trabajadores marcharon con el estandarte de su hermandad. Cada oficio, reunido en un gremio, tenía un santo patrón al que celebraban en su día. Después del período nacional, las clases trabajadoras se proyectaron hacia el ámbito civil y convirtieron las fiestas cívicas en un motivo de representación en el ámbito público. Las fiestas cívicas fueron un terreno en el que las organizaciones de trabajadores tuvieron una presencia pública plenamente reconocida y una fuente de legitimidad ante la sociedad y el Estado. Las conmemoraciones cívicas contribuyeron a integrarlos como sujetos colectivos al otorgar a la sociabilidad obrera un lugar dentro del campo simbólico republicano. Al exaltar a los héroes, no solo los hizo suyos, también recordó a las autoridades públicas su propia contribución a la defensa de la patria.

Foto: Especial

De estas conmemoraciones destacaron la independencia nacional, el destino de la república y la defensa de la soberanía. Hidalgo, Juárez, especialmente, y Zaragoza fueron las figuras emblemáticas del panteón obrero. El Gran Círculo de Trabajadores de México celebró el 16 de septiembre de 1873, destacando la hazaña insurgente. Para la ocasión, en su casino pusieron en el lugar de honor “el retrato del digno libertador de México, el venerable anciano Miguel Hidalgo y Costilla”. Asimismo, la organización sindical estuvo presente en funerales y aniversarios de duelo en Juárez. En 1873 asistió al Panteón de San Fernando con una amplia comisión que izó el estandarte de “Paz y progreso, de luto y cubierto de gasa negra”, que se colocó a un costado de la tribuna “como signo de distinción”; por el otro, estaba “la bandera de la guardia de honor del presidente”, se lee en la crónica. En representación de la organización intervino Victoriano Mereles, quien destacó la importancia que tenían las Leyes de Reforma para los trabajadores; a través de ellos “el pueblo mexicano rompió el cerco al que se oponía el clero, entorpeciendo la marcha del hombre que tiene que cumplir una alta misión en la tierra: la conquista de los derechos sociales”.

Un año después, el Gran Círculo convocó a todos sus afiliados en la capital, “así como a quienes de las poblaciones inmediatas puedan acudir para participar en esta manifestación popular, con la que los hijos del trabajo honran hoy la memoria de un hombre ilustre”. . Después de reunirse en la propiedad de la organización, y de acuerdo con su antigüedad, las empresas afiliadas capacitarían a sus representantes. Al final, se colocaría la comisión del Gran Círculo. La procesión, acompañada de una banda militar, recorrería las calles de Plateros, Profesa, San Francisco y Santa Isabel. Posteriormente, tomaría la avenida de los Hombres Ilustres hasta llegar al Panteón de San Fernando. Estos desfiles se realizaron el domingo, aunque no fue el día exacto de la muerte de Juárez, ocurrida el 28 de julio. Además, se pidió a los vecinos que decoraran sus casas. Finalmente, los ponentes ocuparían una tribuna dedicada para pronunciar sus discursos y recitar poesías escritas especialmente para la ocasión.

Así que año tras año. En 1876, sospechando que los organizadores escondían ambiciones políticas secretas asociadas a la sucesión presidencial, se vieron obligados a enfatizar que se trataba de un “justo homenaje al hombre que supo darle a México la constitución y reformar las leyes, y que, con con mano firme defendió los derechos de nuestro país ante el enemigo extranjero ”. En esta ocasión, el desfile se complementó con una velada literaria presidida por Benito Juárez Maza, “por invitación especial que le hizo la junta directiva del Gran Círculo”. Una vez que estuvieron en gastos, sus dirigentes aprovecharon para proponerlo como diputado al Congreso de los Trabajadores que se estaba llevando a cabo, idea “aceptada con entusiasmo” aunque no puesta en práctica. Concluidos los discursos y la poesía, “el joven Juárez agradeció al Gran Círculo ya los ponentes las demostraciones de simpatía a las que había sido sometido su señor padre”. A continuación, “lo acompañaron a la calle muchas personas que habían participado en la ceremonia, todas portando luces en la mano, como muestra de mayor cariño”. La nota finalizó felicitando a “los artesanos de México” por la conmemoración, ya que “honrar la memoria de Juárez es honrar el patriotismo, es fortalecer la democracia, es consolidar el orden y la legalidad de nuestro país”.

El 5 de mayo de 1875 – escribió Martí en la Revista Universal – obreros y estudiantes llevaron ofrendas al sepulcro del general Ignacio Zaragoza porque, “como todas las grandezas reales, el tiempo las aumenta, no las extingue; así este año el entusiasmo más natural, más respetable, más vivo: el pueblo habló su lengua en la tumba del hijo del pueblo ”. Al día siguiente, habría un festival convocado por el Gran Círculo. En 1878 la celebración tuvo lugar en su casino, habiendo abandonado los artesanos “los delantales de su taller para llevar la indumentaria de los salones con dignidad y casi con elegancia”. Se realizó un baile y, hacia la medianoche, llegaron el presidente Porfirio Díaz, el ministro de Justicia Protasio Tagle y el general Miguel Negrete. El papel de anfitriones de los trabajadores parecía natural y plenamente justificado porque “muchos de ellos, quizás la mayoría, asistieron a ese heroico viaje, inolvidable para México como soldados del pueblo”. La fiesta terminó al amanecer. Al año siguiente, la fecha coincidió con la inauguración de una escuela primaria nocturna y, en 1882, con la puesta en servicio de un motor capaz de serrar y tallar madera, instalado en uno de los talleres del Gran Círculo. Asistieron el coronel Preciado, en representación del general Pacheco, y los concejales Eduardo Esparza y ​​Miguel Sánchez de Tagle, quienes fueron correspondidos por los trabajadores “con un exquisito champagne, y esto dio motivo a repetidos brindis, en todos los cuales en conmovedoras frases mostraron el agradecimiento de los trabajadores hacia los generales Manuel González, Porfirio Díaz y Carlos Pacheco ”.

Por Carlos Illades

CAMARADA

Deja un comentario